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¿Cómo influye en nosotros?


 

En esta página encontrarás fragmentos del libro de Wanda Pratnicka 
"Poseídos por los espíritus - Los exorcismos en el siglo XXI":

 

A partir de ahora, llamaré espíritus a las almas que han rechazado pasar al otro lado del velo de la muerte. Transcurrido un tiempo desde el fallecimiento del cuerpo, poco a poco el espíritu nota que le empieza a faltar energía y no sabe muy bien de dónde sacarla. Si estuviese en contacto con otros espíritus, éstos seguramente le concienciarían de qué es lo que tiene que hacer consigo, pero al principio no repara en sus compañeros y está solo, abandonado a su suerte. Se vuelve cada vez más débil, más apático, tiene que hacer un esfuerzo enorme para poder pensar. Entonces se despierta en él el instinto de conservación. (...) 

Muchos espíritus no saben de qué fuente abastecerse y se deciden a robar energía. Parte de ellos no ve nada malo en ello, mientras que otros se sienten mal creyendo que hacen algo censurable. Estos últimos no suelen aferrarse a una persona concreta, sino que obtienen energía de distintas personas, un poquito de cada una. La mayoría de las veces se encuentran en las grandes aglomeraciones de personas. Todos los espíritus que no han pasado al otro lado del velo de la muerte tienen que encontrar una fuente de energía para poder funcionar. Podrían pedírsela a Dios, pero no quieren hacerlo o carecen del valor. Prefieren sustraérsela a los animales, a las plantas o a las personas. (...)

Un espíritu que no se ha decidido a pasar al otro lado del velo de la muerte suele volver con su familia, a la que abandonó recientemente. En su casa predomina el duelo, todos están abatidos, rotos, resignados. Muy a menudo, las personas que están de luto lo darían todo para que se pudiese retroceder en el tiempo, y que así ese alma querida estuviese con ellos, los vivos. Actuando de esa forma, lo que provocamos es que el alma no se pueda marchar. (...)

Cuando un espíritu que no ha pasado al otro lado del velo de la muerte vuelve con su familia y ésta desea que lo haga, no tiene el más mínimo problema con la energía. Simplemente se aferra a las personas de la casa y se la quita a ellos. Por lo general, las personas en duelo están tan abatidas por la desgracia que al principio no se dan cuenta de que un espíritu ha penetrado en alguno de ellos. Cuando se dan cuenta, suele ser ya demasiado tarde para reaccionar. (...)

Una persona que se encuentra en un estado espiritual normal no permitirá que nadie le quite su energía, y menos aún que penetren en él. Los espíritus lo notan y buscan a personas que se lo permitan, para adherirse a ellos de forma permanente, como una sanguijuela. (...)

A menudo los espíritus se quedan en el exterior de las personas, pero en ocasiones pueden penetrar sin querer en su interior. Es como si el espíritu pasase junto a un pasadizo secreto, se apoyara casualmente sobre la puerta, ésta se abriera y él se cayese dentro. Así es como se produce la posesión de una persona por parte de un espíritu que ni lo planeaba ni lo pretendía. (...)

Cuando un espíritu se conecta a una persona sana y fuerte, en un primer momento puede pasar inadvertido. A decir verdad, ésta nota un descenso de su energía, pero lo más probable es que eche la culpa al tiempo, o al agotamiento por el trabajo o por el estudio. Si son varios los que se aferran a él, el asunto se presenta distinto. La persona se vuelve apática, somnolienta, no tiene ganas de nada, está irritable. En ocasiones incuba alguna enfermedad. Pero al principio no se da cuenta de que algo extraño le está ocurriendo. (...)

Más de uno se preguntará cómo es posible que un espíritu pueda penetrar en el cuerpo de una persona. A menudo esto sucede cuando de alguna forma perdemos la consciencia como, por ejemplo en el transcurso de una operación en la que nos han puesto anestesia general. Otra oportunidad para el espíritu son los momentos en los que perdemos la conciencia, incluso durante varios segundos, por un golpe en la cabeza o por el impacto de un accidente. Todas las ingestas de alcohol constituyen una magnífica oportunidad para el espíritu. Cada vez más a menudo la juventud recurre a las drogas, exponiéndose totalmente a ser poseída. Incluso los momentos de un pequeño cambio en la consciencia mientras se fuma un cigarrillo facilitan la posesión a los espíritus. En ocasiones estamos enfermos y alicaídos, y permitimos inconscientemente que un espíritu habite en nuestro cuerpo. 
Durante un duelo nos encontramos prácticamente indefensos, en la medida que nos sumergimos en la desesperación por la pérdida y nos abrimos a la otra dimensión. Entonces nos puede poseer todo un enjambre de espíritus. Cuando nos divertimos con sesiones de espiritismo, especialmente si no estamos duchos en ello, puede ocurrir que los espíritus se instalen permanentemente en los cuerpos y las mentes de los participantes. Hay que saber expulsar a los espíritus convocados, pero la mayoría de los que organizan estas sesiones no lo sabe. Es fácil ser poseído cuando nos divertimos con el tarot sin saber manejarlo, o cuando meditamos de forma inadecuada. A menudo los espíritus se aferran a las personas o penetran en ellas cuando éstas pierden el control sobre las emociones y manifiestan una tendencia a identificarse con energías negativas como el odio, la ira, etc. Generalmente los espíritus se aferran a las personas porque les parece que sólo de esa forma van a poder obtener energía. Algo similar ocurre cuando penetran en el cuerpo de una persona. Puede que sepan que hacen mal, pero les parece que, si no lo hacen, no podrán existir, y menos aún actuar como le gustaría. No se trata tanto de que el espíritu sea malévolo, como muchos creen, cuanto de un instinto de conservación y de supervivencia. (...)