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Un objetivo irreal para la vida


En esta página encontrarás fragmentos del libro de Wanda Pratnicka 
"Conoce la Verdad y sé libre" 

Se nos enseña en la Tierra que el dinero, el poder, el prestigio, la riqueza material, las cosas palpables y las comodidades terrenales son extraordinariamente importantes, hasta el punto de que constituyen el objetivo fundamental de la vida. Se trata de un sinsentido, por supuesto. En definitiva, la vida física no es más que una pequeña parte de nuestra auténtica vida. Apoyarse en algo que no hay forma que podamos llevarnos es como hacer castillos en la arena. ¿Significa eso que hay que renunciar a las cosas hermosas y vivir en la miseria? De ninguna manera. Todas las cosas bellas, buenas y maravillosas que nos da Dios son para que nos sean útiles y dispongamos de ellas como queramos. Nos han de alegrar y realizar. Eso mismo también significa que no somos nada más que sus usuarios. Así pues, no tenemos derecho a encariñarnos, ya que no nos pertenecen. Todas las cosas, sin excepción alguna, que quizás queramos tanto y sin las que no podemos pasarnos, pertenecen a Dios. Tendremos que ser capaces de dejarlas atrás cuando partamos hacia la siguiente etapa de nuestra vida.

En el mundo espiritual, tras el denominado "velo de la muerte", volvemos a recibirlo todo (y mucho más) de manos de Dios: las mismas cosas que teníamos hasta ahora, si no mejores, en cuanto lo deseemos. En la Biblia está escrito: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios". El ojo de una aguja, porque no le permite llevar las riquezas acumuladas del mundo físico al espiritual, y él se ha encariñado tanto con ellas. Allá, siempre que la persona lo quiera, se encuentran las mismas cosas que en el mundo físico, solo que hechas de la sutil materia espiritual que vibra en el nivel superior. De ahí que la mayor parte de la gente no sea capaz de detectarlas. Puede que tú también te encuentres entre ellos. Que no te preocupe lo más mínimo. Si aceptas tu muerte después de abandonar el mundo físico, todas estas cosas te resultarán igual de visibles y tangibles que los objetos materiales de ahora. Si nos encariñamos con las cosas materiales, nos convertimos en sus esclavos. Lo mismo es también aplicable estar atado a las personas, el conocimiento, el poder, el respeto, el éxito, la sensación de felicidad, etc.

Por otra parte, es igual de malo rechazar lo material que ser esclavo de ello. El rechazarlo es consecuencia de que la persona recuerda subconscientemente que en algún momento tuvo que dejar aquello con lo que se encariñó. Y ya que por ese motivo sufrió mucho, no quiere poseer nada en su vida actual, para evitar el doloroso sentimiento de pérdida. En muchas personas se trata de un proceso inconsciente. Suele ocurrir que anhelan lo que poseen los ricos o lo que tienen otros. A pesar de que trabajan duro, consiguen mucho menos. Cuando se conciencian de que en algún momento renunciaron a los bienes materiales y se permiten a sí mismos, no ya poseerlos, sino usarlos, pueden de repente disfrutar a placer de todo lo que Dios les ofrece. 

Uno de los errores humanos fundamentales es preocuparse en exceso por el resultado de nuestras acciones. Nos quedamos tan absortos con las consecuencias, que nos olvidamos de disfrutar de lo creado. Ello nos provoca desánimo e inquietud. La inquietud puede referirse a muchas cosas: a cómo nos manejaremos, qué ocurrirá si el resultado alcanzado no cumple nuestras expectativas, qué sucederá si no estamos a la altura de lo que los demás esperan internamente. Por eso mismo, no nos alegramos de lo que ya tenemos (es decir, del instante presente), sino que a menudo nos juzgamos con mucha severidad. 

A veces es al contrario: no hacemos nada, ya que estamos demasiado asustados. Si no nos sale bien, nos rechazaremos y odiaremos a nosotros mismos, nos convertiremos en gafes o en víctimas de por vida. No nos damos cuenta de que ya lo somos. ¿Y qué sucede, querido lector, con tu vida? Casi en vez de preocuparte por el resultado de lo que emprendes, haz simplemente lo que debas, procura ayudar a los demás con alegría e imagínate una vida cada vez mejor. 

En el mundo contemporáneo se nos enseña que, para ser felices, es importante la simpatía o el respeto de los demás, así como tal y cual objeto, prenda o artilugio. Mientras tanto, la gente viene y se va. No podemos influir en el tiempo que se quedan, ya que cada uno tiene su propia lección por asimilar. Simultáneamente, deberíamos concienciarnos del hecho innegable de que todos, sin excepción, tenemos pareja y familia espirituales. Somos seres inmortales, que nunca serán separados ni apartados de aquellos a quienes realmente aman, y que también nos aman. Siempre hay alguien que nos ama y protege. Nunca estamos solos. Dios y el ejército de seres espirituales que nos adoran y componen nuestra familia espiritual siempre nos protegen. Así pues, recordemos que en realidad nada ni nadie nos puede herir, ya que no solo somos cuerpos físicos, sino también seres inmortales.