Revista Celebrity News, Los Ángeles, enero de 2016
Roxanne era una muchacha muy talentosa. Empezó su carrera como actriz cuando no tenía más que ocho años. A pesar de que tenía unos padres cariñosos y atentos, ella estaba extremadamente unida a su abuela, que falleció cuando Roxanne ya era adulta. Ella siguió adelante con su carrera a pesar de que lloraba con toda su alma a su abuela. No comía, no dormía e incluso perdió sus ganas de vivir. Ella hacía solamente lo que tenía que hacer, sin ningún entusiasmo. Los antidepresivos no la estaban ayudando. Pero ella se motivo más cuando recibió un papel nuevo y maravilloso en una película, y se sumergió en este proyecto.
Ella se dio cuenta de que había empezado a experimentar un miedo sobrecogedor al abandonar el set de rodaje. Se apuntó a una terapia. Por desgracia, ni la terapia ni las grandes dosis de medicación le sirvieron de alivio. Ella estaba tan paralizada por el miedo que llegó a pensar en quedarse en la cama todo el tiempo. No obstante, Roxanne quería estar viva de verdad. De ahí que escapó lo más lejos que pudo de su miedo, pero lo hizo huyendo simultáneamente de sí misma.
Así fue cómo acabó bebiendo y drogándose en clubes nocturnos. Los paparazzi percibieron su extraño comportamiento y los tabloides comenzaron a escribir sobre ello: "Famosa, rica y perdida" decían los titulares. Pocos días después, tuvo un ataque de nervios. Estuvo cerca de suicidarse y fue admitida en un hospital mental. En el hospital, se dio cuenta, para su sorpresa, que todos los que la rodeaban estaban como ella. Por mucho que fuesen bellos, famosos, ricos y talentosos, parecían incapaces de dirigir sus vidas.
Hasta ese momento, ella creía que los ataques de nervios ocurrían debido a la presión por triunfar, por ser hostigada por los medios de comunicación, así como por el exceso de trabajo. En la clínica, encontró por casualidad un libro llamado "Poseídos por los espíritus", de Wanda Prątnicka. Entonces entendió que la causa de su sufrimiento podía ser algo totalmente distinto de lo que sus terapeutas sugerían. Inmediatamente se puso en contacto con la oficina de la autora para pedir ayuda.
Esto resultó más sencillo de lo que ella había pensado, porque Wanda Prątnicka siempre ayuda a distancia, sin estar ahí en persona. Roxanne notó su ayuda casi de inmediato. Fue una experiencia increíble. Ella ahora vivía sin miedo y dormía tranquilamente. Por desgracia, las cosas empearon después de un mes. Primero se sintió ligeramente ansiosa y con el tiempo se dejó doblegar por el miedo. Sin embargo, entró en contacto con la oficina de Wanda antes de que los ataques de pánico se reanudasen. Sucedió que el espíritu de su abuela era el motivo por el que sentía ese miedo descomunal. El espíritu había vuelto a ella.
Antes de llegar a este punto había estado viendo a varios terapeutas que habían trabajado con ella el ayudarle a manejar la pérdida de su abuela. Ninguno de ellos, sin embargo, parecía asociar los ataques de pánico con las presencia del alma de su abuela, y por lo tanto no podía brindarle ninguna ayuda.
A ella le dijeron que su condición estaba motivada, con toda probabilidad, por la muerte de su abuela y que mejoraría en un momento dado del futuro. Mientras tanto, su ansiedad empeoró. Después de leer el libro, entendió que ella era la artífice de su propia desgracia. De repente, se dio cuenta de cómo le rogaba a su abuela que se quedase con ella, para no estar sola. Ahora por fin ella era capaz de entenderlo. Le dijo adiós a su abuela y le pidió que se fuese. Cuando la abuela se marchó, también lo hizo la sensación de miedo que le había estado molestando durante tantos años.
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