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La Depresión


 


Antes de nada, una serie de hechos que ya conoces. La depresión es, en cierta manera, un debilitamiento de la mente, del estado emocional y corporal; es tristeza, son ganas de llorar, falta de interés por la vida, falta de motivación; es pesimismo, sensación de impotencia; es convencimiento de que la vida no tiene valor. La depresión es la culpabilización de uno mismo y de los demás; es la pérdida de interés por el sexo, por la comida y por todo lo placentero; es sacar provecho de la inmersión en el sentimiento de un sinsentido; son los estados de ansiedad que aparecen sin ninguna causa. La depresión es el debilitamiento del intelecto, una tendencia al olvido y un nivel más bajo de inteligencia.

La psicoterapia, cuyos cimientos son las teorías de Freud y Jung, encontró y sigue encontrando miles de causas que causan o mantienen la depresión. Desafortunadamente, es un consuelo mediocre para todos aquellos que se han topado con la depresión, que intentan combatirla con todas sus fuerzas (las que les queden) y no pueden. Yo también estuve en una situación así, y mi depresión duró más de 12 años. Sólo mencionaré fugazmente las interminables series de sesiones de psicoanálisis, o los medicamentos psicotrópicos que no me ayudaron en nada. 

Y ahora unos cuantos hechos sobre los que probablemente no has oído antes. Posiblemente presintieras que así era, pero no podías precisar claramente ese presentimiento. Lo que voy a decir a continuación podrá parecerte absurdo, estúpido o sin sentido. Pero es probable que digas: - "Vaya, pero si eso es justo lo que estaba buscando..." - Cuanto mayor sea el sentimiento de negación que se despierte en ti, cuanto mayor sea la aversión, tanto más necesitarás los conocimientos presentados en estas páginas. 

La depresión no es más que una posesión. Posiblemente sepas que el hombre después de la muerte se marcha con Dios. Exactamente, algunos se marchan y otros no. Por motivos de lo más variopinto se quedan en el mundo de los vivos y poseen a las personas vivas, para poder existir, para absorber su energía. En el lugar donde se encuentran no tienen de dónde obtener la energía, por eso deciden robársela a las personas. La posesión acarrea consigo una serie de consecuencias. Aquí nos concentraremos sólo en aquellas que tienen algo que ver con la depresión.

Así pues, el espíritu que entra en tu cuerpo había sufrido la muerte. A menudo ocurre que antes de morir ya estaba harto de vivir, puede que sufriera alguna enfermedad y deseara morir. Muchos de estos espíritus, debido a diversas causas, están muy resignados. Esa resignación e impotencia se te puede contagiar a ti, ya que, desde el momento en el que fuiste poseído por el espíritu, habéis empezado a ser una misma persona. Por eso empiezas a experimentar pensamientos y sensaciones que antes no tenías. Por eso empiezas a sufrir una depresión. Ya mencioné que el espíritu para poder vivir te roba tu energía. A veces ocurre que dentro de una persona se encuentran varios espíritus, que agotan más eficazmente tu dosis diaria de energía. Normalmente se asientan en la zona del plexo solar, el ombligo o en el punto entre las cejas. De ahí tus esporádicos o crónicos dolores de cabeza o de vientre. 

Muy a menudo sucede que el espíritu se ha encontrado en tu cuerpo por casualidad. Quiso robarte un poco de energía, cuando de repente, ante su sorpresa, se encontró en tu cuerpo. Puede ocurrir que como compañero no le convienes, quizás tienes un carácter completamente distinto, entonces el espíritu intentará liberarse de tu cuerpo, pero muchas veces no sabe hacerlo. Con todas sus fuerzas intenta desprenderse, pero desafortunadamente sin éxito. A menudo, la única solución que le viene a la cabeza es incitarte al suicidio. ¿Cómo? Hastiándote continuamente de todo. Hagas lo que hagas estará mal. No es una simple crítica para mostrarte los errores que se pueden subsanar. El espíritu intentará convencerte a ti, poseído, que eres un cero a la izquierda, basura, incluso no alguien, sino algo sin valor. El espíritu lo tiene más difícil al principio, cuando todavía tienes mucha autoconsciencia, sabes que puedes lograr cosas, que eres querido, aceptado, etc.Cuando el espíritu provoca o encuentra en ti algún bache psíquico, aprovecha la ocasión, porque entonces le resulta mucho más fácil hundirte, y en ese momento estarás sólo a un paso de la depresión. 

Los espíritus pueden provocar la depresión también de la siguiente manera:

1) Algunos espíritus se guían por la malicia y el odio. No han pasado al otro lado del velo de la muerte, con Dios, y guardan en sí mucha amargura, no se sienten realizados. A ese tipo de espíritu, cuando posee a una persona, se le puede ocurrir tomar la revancha o, en otras palabras, vengarse del poseído, en el sentido de "si yo sufro, sufre tú también". La depresión y los pensamientos depresivos pueden ser una de las herramientas de esa venganza.

2) Hay espíritus, que no son consientes de que están muertos. Deambulan resignados (a veces durante muchos años), sin rumbo, sin esperanza. No saben qué les ocurre ni cómo liberarse de ese estado. Cuando poseen una persona, le inculcan sus ideas. A menudo, esa persona asimila su desesperación y falta de objetivo, y entonces aparece en él la depresión. Está convencida de que son sus ideas, sin sospechar que no tienen nada que ver con ella.

3) El espíritu sufrió la muerte por unos o por otros motivos. La muerte siempre está provocada por la voluntad del hombre, en otras palabras, es su elección. Las personas deciden morir por muchas razones. Una de ellas (y es una razón muy frecuente) es la resignación, aversión a la vida, la decepción con ella, ocasionada por tantos motivos que no hay forma de describirlos todos aquí. Desde el momento en el que el espíritu entra en nuestro cuerpo, sus pensamientos empiezan a aparecer en nuestra mente como si fueran nuestros. Entonces empieza a desarrollarse dentro de nosotros la depresión o todos los estados de ánimo con ella relacionados. El espíritu potenciará nuestras decepciones, nuestros desánimos, que pueden ocurrir a cualquiera de nosotros. El mundo moderno acarrea consigo una vida muy intensa, lo que lleva tras sí muchos retos, muchos éxitos potenciales, al igual que muchos fracasos. Por lo tanto, el espíritu que atraeremos con nuestra depresión, potenciará nuestros sentimientos depresivos. Esta circunstancia últimamente se da con tanta frecuencia, que se ha empezado a considerar la depresión como una enfermedad de la civilización. La industria ha reaccionado fabricando toda una gama de antidepresivos (el Prozac es uno de los medicamentos mejor vendidos en los E.E.U.U.), cuya ingesta raramente trae efectos duraderos. Bastaría sólo con saber tomar cierta distancia con los espíritus antes de que éstos se "instalen" en nuestro cuerpo (porque entonces sólo nos puede ayudar un exorcista), para evitar las fuertes sensaciones de la depresión y poder arreglártelas con facilidad con el fracaso, la tristeza, la decepción.

4) A menudo, la depresión aparecerá en especial cuando seamos poseídos por el espíritu de algún ser querido, que quiera aprovecharla como forma de incitarnos a pasar a su mundo. Una fuerte depresión, herramienta de un espíritu que debe llevarnos hasta el suicidio, desde nuestra perspectiva humana puede parecernos cruel; pero, viéndolo desde la perspectiva de un espíritu, la cuestión se presenta de manera muy distinta. El espíritu ha pasado por la muerte y sabe que no hay ningún peligro. Él vive, y por lo tanto puede no ver nada perverso en intentar inducirnos a la muerte. Por consiguiente, nos hastiará de nuestra existencia terrenal, nos mostrarás sólo aquellos lados oscuros de nuestra vida, nos animará a suicidarnos. 

5) Lo repetiremos una vez más, ya que éste es el motivo principal de la depresión: el espíritu frecuentemente no sabe liberarse de nuestro cuerpo; se encuentra enjaulado y desea salir a toda costa. A menudo se le ocurre convencer al poseído de que se suicide; presiente que, después de la muerte de la persona poseída, será liberado de la cárcel en la que se encuentra. También en este caso hará todo lo posible con tal de desanimarnos para vivir. Intentará apartar de nosotros a todas las personas que nos importan, con las que nos une un lazo afectivo, porque sabe que el contacto con los demás nos une con la vida; sin embargo, la soledad es frecuentemente un indicio de depresión, que tiene que llevarnos hasta el suicidio (es decir, a su libertad).

A veces sucede, que el espíritu exhorta a una persona a que se suicide, pero ésta no reacciona. Entonces puede empezar tratar de convencerla para que cometa un homicidio. En muchos países, por un homicidio puedes ser condenado a pena de muerte y el espíritu lo sabe. A él le es indiferente la forma en la que se liberará de la persona para el indeseable. El resultado final para esa persona será la muerte y para el espíritu, la libertad. 

Se puede decir que la depresión ya de por sí es un estado antinatural. Cada emoción debe ser experimentada en las dosis adecuadas; sin embargo, cuando caemos en algún extremo (la depresión es uno de ellos) nuestra vida empieza a irnos mal. Se resienten nuestras relaciones con las personas, nuestras finanzas, nuestra salud, y además empezamos a tener pensamientos suicidas, y de ahí sólo hay un paso para intentar atentar contra nuestra vida. Debo añadir que, estando en ese punto, ya no se pueden conseguir nada con los medicamentos antidepresivos. De ahí que, una persona, p.ej. Franciszek, ingiere un medicamento para la enfermedad del espíritu de p.ej. Elzbieta, pero ése sólo funciona con la persona sin tener ninguna influencia en el espíritu. 

En todos esos casos, liberarse de un espíritu trae consigo un alivio instantáneo de la depresión. Aquí es muy importante trabajar nuestra consciencia sobre los espíritus que nos rodean, que tiene como finalidad tomar cierta distancia hacia ellos antes de que nos posean. A veces, puede costar conseguir distanciarnos, en especial en los casos en los que durante mucho tiempo nos hemos encontrado bajo la influencia de los espíritus. Sin embargo, si de veras tomamos esa determinación, con toda seguridad lograremos una total libertad de toda dependencia de los espíritus.