Nosotros, como humanidad, hemos entrado en una nueva época, la era de Acuario; y no sólo eso, sino que ha comenzado simultáneamente -tanto para la Tierra como para nosotros las personas-, un período de despertar que acontece cada 12800 años. Por si fuera poco, se está clausurando otro ciclo distinto, que comenzó hace más de 200000 años.
La fase del despertar es el período más hermoso y prometedor de la historia de la humanidad. Ello provoca que cada vez más gente empieza a despertarse espiritualmente: Este proceso se inició a finales del siglo pasado y, precisamente por eso, a la gente le dejó de bastar aquello en lo que estaban inmersos hasta ese momento. De repente empezaron a buscar el camino del desarrollo espiritual, empezaron a descubrir un nuevo mundo, nuevas posibilidades, y a crecer. A unos, el camino les llevaba a ciegas, según la regla del ensayo-error; a otros, les condujo hacia distintos profesores.
Sin embargo, tanto a unos como a otros les esperaban muchas trampas, ya que hasta entonces no se hablaba de ellas, y eran pocos los que sabían de las mismas. No todos los iniciados se dan cuenta del hecho de que, para desarrollarse espiritualmente y alcanzar la iluminación es preciso, en primer lugar, atravesar el mundo astral, que atrae, es tentador y en consecuencia, engaña. La falta de conocimiento sobre el tema provoca que muchas de las personas que están en proceso de búsqueda y desarrollo, en vez de subir cada vez más alto, se queden estancadas en el mundo astral sin ser conscientes de ello en absoluto. A menudo esto ocurre hasta el final de su vida actual, e incluso por muchas reencarnaciones futuras, teniendo una posibilidad no muy grande de liberarse por sí mismos de ese estado de las cosas.
En cada nivel de desarrollo espiritual hay trampas acechando a los iniciados, pero es más sencillo evitarlas cuando sabemos qué nos podemos encontrar en nuestro camino. Es como si tuviésemos en la mano un mapa con unos puntos señalados, que tenemos que evitar o a los que no deberíamos siquiera acercarnos. A menudo pensamos equivocadamente que, ya que en nuestro camino nos encontramos con distintos profesores (a veces nosotros mismos lo somos para otros), entonces ellos nos guían y nos advierten de los peligros. Por desgracia, suele suceder que precisamente estos profesores, pese a que posiblemente hayan conseguido ascender a un nivel de desarrollo más elevado, no son conscientes en absoluto de aquellas trampas, debido a lo siguiente:
1) Las han sorteado con destreza, pero inconscientemente; en consecuencia, no nos pueden alertar sobre ellas.
2) No suelen saber nada sobre éstas, en las que están metidos hasta el fondo; en consecuencia, ellos mismos necesitan ayuda.
Últimamente, está aumentando para toda la población de la tierra un problema, cuyas causas han de buscarse en el mundo astral. He aquí que se trata de un fenómeno relacionado con el siguiente hecho: un gran porcentaje de las almas de las personas que han muerto en los tiempos más recientes de la historia terrestre decidió no pasar a los mundos superiores de las energías sutiles. Éstas se han quedado próximas a la vida física, en el conocido como mundo inferior astral, un lugar de difíciles energías emocionales como el miedo, la rabia, la ira, la envidia, los celos, así como toda una gama de otras emociones más que se cimientan sobre la vibración del miedo.
Semejante situación constituye para todos nosotros -criaturas que habitamos este planeta- una seria amenaza. Tampoco están libres de esta amenaza las personas interesadas o incluso seriamente implicadas en el desarrollo de su alma. En cierto sentido, este grupo de personas está todavía más expuesto a la influencia de las criaturas que habitan el inframundo astral, como resultado del hecho de que, con su búsqueda, estas personas intentan ir más allá de la esfera de su fisicidad, y alcanzar niveles más elevados.
En consecuencia, en la meditación, oración o trabajo con las energías sutiles, aquéllos se topan con criaturas que habitan el mundo astral y se rinden a su influencia; lo cual si no es detectado, puede acarrear graves consecuencias, tanto en la esfera del desarrollo espiritual como en la vida física cotidiana. Las criaturas que pueblan el inframundo astral (a las que yo denomino espíritus), pueden ser la causa de un ánimo cambiante, de sentir fuertes emociones negativas, estados de pánico, etc. Lo que es más, la mayoría de las veces, las enfermedades que padecieron en vida los espíritus se transmiten a las personas que están bajo su influencia. Así pues, detectar este peligro puede ser la salvación para la persona que se desarrolla espiritualmente, e influir decisivamente en que dicho desarrollo se acelere.