25 de Julio 2021
Entre las posesiones hay un gran grupo de personas que tienen problemas con los espíritus que les atacan sexualmente. Esto se manifiesta como la sensación de ser palpado, solicitado para el sexo y, a veces, incluso violado. Este tipo de casos no son fáciles porque la sexualidad es una energía poderosa que a la mayoría de las personas les cuesta controlar.
Los problemas con los ataques sexuales pueden provenir de una variedad de fuentes. Podemos atraer el espíritu de una persona fallecida que conocimos en vida, como nuestro marido o esposa. De esta conexión puede surgir más tarde, por parte de los vivos o del espíritu, el deseo de experimentar la intimidad sexual.
Debe quedar claro desde el principio que el sexo entre los vivos y los muertos es una idea pésima, incluso si el espíritu es el amado esposo/esposa. La energía sexual es un fuerte vínculo entre el hombre y el espíritu y liberarse del espíritu puede ser muy problemático. Porque la sexualidad no es sólo la fuerza para procrear: es una fuerza creativa dentro de nosotros, y no somos capaces de crear nada sin esta fuerza, no sólo una descendencia, sino cualquier otra cosa que entre en nuestro mundo. Por lo tanto, si la relación de los vivos con el mundo astral se basa en la energía sexual, su poder puede ser un gran problema para los poseídos. El exorcismo aleja por supuesto al espíritu o a los espíritus de la posesión, pero una persona puede atraer al espíritu de vuelta muy fácilmente. Hay ocasiones en las que un espíritu decide marcharse definitivamente durante el proceso de purificación, pero son bastante raras. Mientras tanto, un momento de desatención e incluso un breve deseo de sentir placer sexual atraerá rápidamente, pero con gran poder, al espíritu de vuelta a los vivos. El efecto puede ser tal que la persona poseída no podrá dejar de atraer a los espíritus durante meses o incluso años.
La solución a este problema es aprender a controlar nuestras propias necesidades, deseos, lujurias, emociones y pensamientos. Sólo cuando los reconocemos en el momento en que surge el primer pensamiento/deseo, somos capaces de reaccionar adecuadamente. Por supuesto, hay casos en los que una persona ha sufrido mucho debido a la presencia de un espíritu en su cuerpo energético. Entonces el subconsciente, por así decirlo, no querrá volver a experimentar este problema y no atraerá al espíritu. Sin embargo, lo más frecuente es que la persona poseída tenga que aprender a controlar su esfera astral, es decir, la zona de los deseos, lujurias, pasiones y emociones. Esta tarea no es fácil y requiere una atención constante, dirigiendo la atención a esta esfera. Habiendo detectado una tendencia, una persona puede decidir no abandonarla. Esta decisión debe producirse inmediatamente ante el primer impulso/deseo de experimentar placer sexual, ya que de lo contrario acumulamos inconscientemente una fuerza que tendrá que materializarse. Trabajar en esta área no es muy diferente de trabajar con las adicciones/trabajar con la conciencia de las propias emociones, sobre lo que hemos escrito antes.
La segunda causa posible de los ataques sexuales es el contacto proveniente de un espíritu completamente ajeno que se siente atraído por nuestro deseo de experimentar la sexualidad. Una vez más, nunca debemos permitirnos tener ese contacto.
La sexualidad es una necesidad que viene de la naturaleza y está destinada a asegurar, entre otras cosas, la supervivencia de la especie, pero esta fuerza no puede ser abordada de forma involuntaria, sino que siempre hay que hacerla consciente. Se puede canalizar con otros medios de expresión, no necesaria-mente con el acto sexual, pero como hemos dicho, es una energía creativa que se puede utilizar para crear arte, para hacer el bien a los demás, o para cualquier otra actividad constructiva.
La sexualidad, cuando se experimenta con una persona viva, puede servir para demostrar afecto, puede fortalecer el amor, pero tiene que ser abordada con mucho cuidado, no puede convertirse en una válvula para liberar emociones inconscientes acumuladas o servir sólo para experimentar placer. Por supuesto, no debemos suprimir la sexualidad, sino canalizarla por otros cauces. Porque el poder reprimido de la sexualidad aparecerá inesperadamente en otra parte.
En general, una relación sexual entre un hombre y un espíritu es, como ya hemos dicho, una pésima alternativa a la hora de afrontar la propia sexualidad. El efecto será un vínculo cada vez más profundo del espíritu con el hombre, que a su vez arrastrará al hombre vivo cada vez más al mundo astral, con todo su sufrimiento. El espíritu instará al ser humano a tener más y más sexo, lo que puede llevar a situaciones completamente incontrolables para el vivo y a que este experimente la sexualidad en lugares y situaciones absolutamente inesperadas e inapropiadas. Además, con el espíritu el ser humano recibirá todo el sufrimiento asociado a la pérdida de la vitalidad, más las emociones negativas que el espíritu transmite al vivo.
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