Cuando pensamos en una casa encantada, nos viene a la cabeza una propiedad antigua y abandonada que asusta, a la que tememos acercarnos, por no hablar ya de habitarla. Esos encantamientos tan extremos son la excepción. Existe todo un abanico de formas de posesión, que van desde las muy ligeras, completamente inofensivas, hasta las muy graves. Algunas tan sólo le hacen la vida más difícil a la gente; sin embargo, también hay otras que la imposibilitan completamente.
¿Cómo se producen fenómenos semejantes? Los provocan los espíritus que tienen un carácter particular. Para muchas personas, el único objetivo en la vida es ganar mucho dinero, amasar y mantener la mayor fortuna posible. El concepto de fortuna o de riqueza es, por supuesto, algo relativo. Lo que para una persona es un gran tesoro, para otra persona no tiene ningún valor. El tipo de persona mencionado anteriormente no veía otra cosa en vida que hacer dinero. Le tenía tanto apego, que ni en vida ni después de morir era capaz de dejarlo. No tiene ningunas ganas de morirse pero, ya que debe, se pregunta qué puede hacer con su fortuna. Lo que más le gustaría es llevársela consigo, pero, ¿cómo? Se lo puede dejar a alguien como herencia. Ay, no, trabajó demasiado duro para conseguirla. Además, ninguna otra persona cuidaría de ello de la manera adecuada. Jamás se había tenido en cuenta como persona, nunca había hecho nada bueno para sí mismo, nunca había descansado, no había visitado nada, ni siquiera había pensado en sí mismo, ¿y ahora tenía que dejarlo todo así, como si nada? Jamás. Había sido demasiado sacrificio por su fortuna, había vendido el alma por ella.