En esta página encontrarás fragmentos del libro de Wanda Pratnicka "La rueda de la vida, volúmen 1":
Eres el Yo, un ser humano que es una manifestación de la Energía creadora Suprema, que ha querido dividirse para experimentar, para divertirse con su propia creación, conocer un espectro lo más amplio posible y ampliar su grandeza. Todos procedemos del lugar de la energía puramente positiva. Tu alma y tu espíritu viven eternamente, del mismo modo que Dios, que las ha creado, es eterno. Dios, la Inteligencia Suprema, el Universo o lo que quieras, no bastaría para denominar a esta fuerza superior. Sea como fuere, el alma de una persona no ha nacido de una mujer, sino solamente el cuerpo. Prefiero utilizar la palabra Dios, ya que es una palabra única en su género en el mundo, que posee una vibración suprema en todas las lenguas del mundo.
El alma y el espíritu son nuestro Yo, que vive eternamente. No se le puede dañar, quemar, ahogar, matar, consumir por una enfermedad ni destruir de ninguna otra manera. Vives eternamente al igual que Dios, que te ha creado, es eterno: por eso puedes dejar ahora mismo de angustiarte con que te morirás, y abandonar este miedo que te paraliza de una vez por todas. Si alguien o algo quisiera hacerte algo malo, tu alma y tu espíritu no morirán nunca, ni tampoco sufrirán por ello.
Puede ser que en tu cabeza surja la pregunta ¿cómo que no me moriré, si ya he visto cadáveres tantas veces, cada vez que he estado en un funeral? También he visto cómo alguien al que yo quería mucho se moría a mi lado y, a pesar de que en el hospital lo intentaron todo para salvarlo, no hubo manera de conseguirlo. De acuerdo, no fue posible salvar el cuerpo, pero yo hablo del alma. No se debe valorar la sanación teniendo únicamente en cuenta lo físico. Esto sucede a muchos niveles, y la auténtica sanación tiene que brotar del corazón. Durante la así denominada muerte, el alma solamente se desembarazó de su cuerpo, como de la ropa vieja y usada, puesto que ya no le servía para nada. Siguió su camino libre de su carga. Y en qué dirección es ya algo que depende única y exclusivamente de ella misma: de cómo vivía y en qué creía cuando todavía se hallaba dentro del cuerpo.
Te preguntarás cómo una persona moribunda podría no necesitar el cuerpo, puesto que aún podría vivir, y hacer tantas cosas más en la vida. Se trata de una visión de la vida desde una perspectiva estrecha. Mirando con más amplitud detectarías que el alma, y con ella también el cuerpo, no ha sido podido seguir adelante. La muerte del cuerpo es siempre una renuncia a la vida que se ha llevado, en el momento en que el alma detecta que se encuentra en una calle cortada de la que no se ve ninguna salida. Ello no significa que no haya salida de esa situación en concreto, sino únicamente que el alma no la ha encontrado. Viene a ser como si el alma se dijera a sí misma: «Oh no, lo he echado todo a perder, he elegido mal en esto, he hecho mal con aquello. Las cosas han ido tan lejos en la dirección equivocada que, en este cuerpo y en esta vida, no tengo ninguna posibilidad de evolucionar, sólo de estancarme. Esto, como consecuencia, me va a hundir, y eso no lo quiero para nada, así que dejo el cuerpo y me marcho». A menudo la persona no es consciente de ello, pero el alma sabe perfectamente que ya no puede emprender nada nuevo con su vida. Porque, ¿qué puede hacer el alma en un cuerpo destruido por la vejez, la enfermedad o todo tipo de adicciones? No tiene ninguna posibilidad de pasar a la acción; por mucho que se esfuerce, no consigue reanimar el cuerpo. Lo mismo ocurre en el caso de que el alma se sienta completamente desfallecida, puesto que se ha excedido llevando a cabo todo tipo de elecciones erróneas de las que se siente prisionero, y no ve cómo salir de ellas. Fuera cual fuese la causa de que el alma abandonara el cuerpo, se trata de su propia decisión.
Querido lector, tienes que saber que el cuerpo físico carece de inteligencia y de fuerza para mantenerse con vida por sí mismo. Es el alma la instancia que gestiona el correcto funcionamiento de las células del cuerpo físico, al igual que la substancia que las integra en un todo. Desde esta perspectiva, aferrarse compulsivamente al cuerpo físico es una cosa completamente absurda. Por desgracia, esto se da en una gran cantidad de criaturas. Más tarde volveré sobre este tema.