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Dios y Tú


En esta página encontrarás fragmentos del libro de Wanda Pratnicka 
"Conoce la Verdad y sé libre" 

Querido lector, quisiera ahora que reflexionases sobre tu relación con Dios. Soy consciente de que se trata de un tema muy sensible. Sin embargo, no darás ni un paso adelante mientras no te atrevas a hacerlo. No puedes estar eternamente evitando este tema. No me importa en absoluto si eres una de esas personas a las que se las denomina creyente, o si, según los parámetros de la Iglesia, no lo eres. Y es que es posible no ir a la Iglesia jamás, y estar tan cerca de Dios como de nuestro propio aliento, o de nuestras propias manos y piernas.

Si no contemplas a Dios con una perspectiva más amplia de la que te habla tu religión, no entenderás tu vida ni tampoco lo que Él quiere explicarte. De ahí que todo lo que experimentas en la vida no dependa del Dios en que creas, sino de si crees en Él realmente, o si solo te lo parece. 

Escribiendo estas palabras, no estoy intentando convencer a nadie de nada ni tampoco alejarle de su religión, por supuesto. Todo lo contrario: lo que intento, querido lector, es explicártela, revelando el significado profundo de la vida, de cuya existencia puede que no hayas sospechado siquiera. Quisiera ayudarte a entender tu propia religión, para que así puedas vivir conforme a ella mejor que hasta ahora y, en muchos casos, devolverte la fe perdida, ya a un nivel más alto y ampliando horizontes. 

La propia cuestión de conocer a Dios es de lo más sencilla. Consiste en recuperar la memoria difusa. A Dios le has conocido mucho antes, ya que has sido creado por Él, y luego, durante mucho tiempo viviste con Él como un niño con su amado Padre. Esto lo describo con exactitud en el libro La rueda de la vida, volumen III.

Evidentemente, cuando hablo de Dios, estoy pensando únicamente en el supuesto de que es Uno y lo es Todo en Todo, mediante Todo y para Todos; es decir, no en Jesús u otro profeta al que mucha gente toma por Dios, sino en Dios como Absoluto. No se puede reducir a Dios solo a una pequeña figura humana (como por ejemplo Jesucristo, u otra gran Criatura de la Luz), a la cual los creyentes de distintas religiones denominan Dios. Dios es Omnisciente, Omnipotente y Omnipresente, mientras que ni Moisés ni Jesús, independientemente de lo grandes que fueran, podían manifestar Su auténtica grandeza.

Con ello tengo en mente el concepto de Dios como Absoluto. De un Dios en el que vives, te mueves y existes; un Dios que está por encima de todas las religiones, un Dios que se manifiesta en toda persona bajo la forma de un instinto innato, así como de un deseo insatisfecho de algo mejor, más bello y mayor de lo que aquella es y posee. 

Todas las religiones enseñan que solo hay un Dios, así que todas confirman esta misma verdad fundamental sobre la que escribo. Podríamos preguntarnos si, ya que Dios es uno, ¿cómo es que en el mundo han surgido tantas religiones, mientras que sus fieles luchan entre sí creyendo que la suya es la única y verdadera? ¿Acaso los cuerpos de los fieles de una religión en concreto enferman de distinta forma, y sanan de manera diferente? ¿O es que experimentan de otra manera las emociones y los problemas psíquicos? ¿Será quizás que tienen otro tipo de miedo a la pérdida, el rechazo o la infidelidad? Sin embargo, el odio es igual de venenoso para el cuerpo de un musulmán, que para el de un cristiano o de un budista. También compartimos el ansia de amar. En lo que al cuerpo y al alma respecta, no nos diferenciamos en nada. Así pues, ¿por qué habría de diferenciarnos la religión?

Querido lector, acuérdate de la Verdad que posees en tu fuero interno, y de que conocías a Dios de antes (como cualquiera de nosotros sin excepción). Incluso cuando hayas comenzado tu descenso en dirección a la actividad física y más densa, seguirás poseyendo la memoria consciente y completa de ese hecho. Será cuando tu energía sea definitivamente dirigida hacia abajo, que se descorrerá ante ti el telón y la magnífica belleza olvidada del templo inefable de Dios. También podrás leer sobre esto en el volumen III del libro La rueda de la vida

Te has olvidado de Dios, de quién es Él verdaderamente, pero ello no significa en absoluto que te hayas alejado de Él; ni tampoco que estés en otro lugar diferente. Tu vida sigue siendo parte de la gran vida Divina, exactamente igual que antaño. De ahí que sigas poseyendo la Llama de Dios, y que continúes siendo Su hijo predilecto. 

Dios, que está por encima de todas las religiones, se manifiesta en ti en forma de un instinto innato. De no ser así, nunca reflexionarías sobre tu vida. Siempre que lo haces, significa que Dios dispara la alarma en ti, que algo no marcha bien en tu vida, que te has alejado de Él como de tu propio Origen. 

Aquel instinto innato es el causante de que mucha gente no está conforme con su propia religión, o con alguna otra. A veces discuten entre sí, llegando incluso a la guerra. Puede que inconscientemente no quieran denominar a esta descomunal potencia como el Dios cristiano, Alá para los musulmanes, Buda para los budistas o de otra forma incluso; no en vano, en su fuero interno saben que se trata de un concepto que no abarca en absoluto la magnificencia y la grandeza de la existencia que encarna Dios. 

Las personas no vinculadas a ninguna religión suelen definir a Dios con epítetos como la Inteligencia Suprema, el Universo, Todo lo que existe, la Esencia Interior, el Yo Superior, el Guía Espiritual, el Ángel de la Guarda, la Presencia del "Yo soy". Sin embargo, ningún nombre ni derivado puede reflejar la magnitud de Su Poder, ni tampoco el tipo de Fuerza y Energía que Él es. Todos estos nombres se refieren al único y mismo Dios, ya que Dios es uno y es una unidad: "Como he dicho, yo soy el que soy, y fuera de mí no hay Dios". Yo misma prefiero emplear la palabra "Dios", ya que es un vocablo único en su género, que en todas las lenguas posee la más alta vibración.

Es posible que le tengas miedo a Dios, pero que sepas que sólo Él es tu auténtico respaldo. Dios actúa a través de la Divina Providencia, y representa la pureza de todas las ideas. Dicha pureza se refleja en tu conciencia y consciencia. Por lo general, organizas tu vida en torno precisamente a estas cosas, aunque a menudo lo haces de forma completamente inconsciente.

Dios nos interpela a todos y cada uno. Para que se le comprenda mejor, envía con la gente a sus ángeles o a otras criaturas celestiales, como por ejemplo Jesús. Dios nos habla a todos, y sin embargo, en el mundo hay millones de personas perdidas, ateas y sumidas en la duda, que no son en absoluto conscientes de este hecho. ¿Cómo despertarles? Sufren sin saber siquiera el motivo. No se dan cuenta de que, cuando aparece una señal divina, huyen con parloteos, el trabajo, la televisión, el ordenador, la radio, con una adicción o cualquier otra cosa que encuentran a mano, para acallar esa advertencia. Entonces, en su vida aparece otra señal, y luego otra más, hasta que surten efecto.