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Los principales síntomas de la posesión: fuertes emociones negativas


22 de Agosto 2021

 

El segundo más común de los síntomas son fuertes emociones negativas.

 Todo lo que existe se agrupa en función de la velocidad de vibración. Si pudiéramos observar una sección transversal de la realidad material, pero también de la realidad sutil, notaríamos dos relaciones básicas:

♦ Las vibraciones van de más bajas a más altas

♦ Todos los elementos con una determinada velocidad de vibración se reúnen en su respectiva esfera, en la que prevalece la misma velocidad de vibración

 

El hombre existe en varios niveles simultáneamente:

♦ En el cuerpo físico.

♦ En el cuerpo etérico.

♦ En el cuerpo astral, o cuerpo emocional.

♦ En el cuerpo mental, es decir, los pensamientos propios.

♦ En el cuerpo causal y los cuerpos superiores.

 

Nos interesa sobre todo el mundo astral con el cuerpo astral que le pertenece, porque en él residen los espíritus de los muertos. Nuestro cuerpo exterior en el nivel físico es el cuerpo físico, el cuerpo exterior de los espíritus es el cuerpo astral porque su cuerpo físico ha fallecido durante la muerte en el mundo físico. El mundo astral está dividido en siete subniveles principales, pero para nuestra consideración sólo es relevante que en el mundo astral las vibraciones pertenecientes a un determinado nivel también están dispuestas en capas. La densidad más alta, es decir, la vibración más baja en el mundo astral, está ocupada por la angustia por la supervivencia. Aunque el miedo es el bloque que fundamenta todos los niveles del mundo astral, estas vibraciones se vuelven cada vez más sutiles, vibrando a una velocidad creciente. Por encima de la vibración del ansia por la supervivencia está el nivel del odio, por encima de él está el nivel de la rabia, aún más alto vemos la ira, por encima de ella la irritación, y aún más alto la turbación. Como habrás notado, las emociones negativas son cada vez menos intensas cuanto más subimos en la escala de vibración del mundo astral.

Para nuestras consideraciones, las vibraciones más bajas del mundo astral son importantes, porque estas vibraciones son las más cercanas a la octava física. En esta región de emociones negativas muy fuertes residen los espíritus de las personas fallecidas que, después de la muerte, tenían un fuerte deseo de continuar cerca del mundo físico, y esta es la principal característica de los espíritus que no quieren ir al más allá, traspasando el velo de la muerte. Desean vivir como antes, no quieren cambiar nada.

Sin necesidad de analizar todo esto con detalle (para una descripción detallada ver el libro La Rueda de la Vida, Volumen 2, Capítulos 25, 26 y 27), hay que señalar que los espíritus de los muertos reagrupan sus cuerpos astrales, los ordenan esféricamente. En el exterior estarán las emociones negativas más fuertes, y cuanto más cerca estamos del interior las emociones negativas se vuelven más y más débiles. Para nosotros, lo más importante es que el espíritu que ha permanecido cerca de la fisicidad percibe el mundo entero a través del prisma de su capa más externa, es decir, su emoción más negativa, porque ahora constituye su cuerpo exterior.

Esto tiene consecuencias muy importantes para el propio espíritu. Su realidad se asemeja al mayor de los horrores, vive en constante miedo, odio, rabia, celos, envidia, etc., dependiendo de cuál fue la emoción más negativa (no necesariamente consciente) que tuvo mientras estuvo en el mundo físico. Este hecho es también de gran importancia para todos los vivos que, por alguna razón, han atraído el espíritu de la persona fallecida hacia ellos, porque la emoción negativa más fuerte del espíritu es obviamente implantada en la persona viva. Esto no significa en absoluto que nuestro ser querido se haya convertido en un monstruo de un día para otro. Sólo significa que mientras permanezca cerca del mundo físico percibirá toda su realidad a través del prisma de su emoción más negativa.

Llegados a este momento debemos hablar además de la intensidad del mundo astral. Pues bien, cada vez que una persona siente alguna emoción negativa, le concede atención a esa emoción, es decir, la impulsa con energía adicional. Dicha energía, con los rasgos del miedo, el odio o la ira, se acumula en el espacio correspondiente del mundo astral: la energía del miedo aterriza en el nivel del miedo, la del odio en el nivel del odio y así sucesivamente. Esto significa que cada vez que sentimos algo —positivo o negativo— dinamizamos el nivel de energía correspondiente a ese sentimiento.

Teniendo en cuenta que hoy en día hay algo menos de ocho mil millones de personas en el mundo, no es difícil imaginar la cantidad de energía negativa que se genera cada día. Esta energía se acumula en los niveles negativos del mundo astral, y su intensidad es inimaginable. Dicha energía se transfiere a través de los espíritus a las personas físicas que, por alguna razón, les atrajeron hacia ellas.

Esta es la explicación de por qué las personas poseídas sufren unas emociones negativas tan fuertes, que en realidad son incapaces de procesar de ninguna manera. Ninguna persona viva es capaz de cobijar en su sistema energético esta enorme intensidad del mundo astral bajo.

Para consolar a los vivos, aunque sé que es poco consuelo, diré que los vivos sólo sienten un poco de la emoción negativa que les transfiere el espíritu del difunto, porque los vivos todavía tienen un cuerpo físico que reduce en gran medida la intensidad de la vibración original. El espíritu siente estas vibraciones directamente y, por tanto, con mucha más fuerza. Por lo tanto, el sufrimiento de los espíritus es grande. Así pues, vale la pena ya ahora, mientras estamos en la fisicidad, hacer todo lo que esté en nuestras manos para sanar completamente el área de nuestras emociones negativas, porque ellas, después de la muerte de nuestro cuerpo físico, nos atraerán automáticamente al nivel correspondiente del mundo astral, donde nos encontraremos con una increíble intensidad de vibración negativa. Es decir, con un gran sufrimiento.

 

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